En sector tras sector (aéreo, bancario, cuidado de salud, agrícola, tecnológico), solo un grupo pequeño de corporaciones gigantes mantiene el control. Las grandes corporaciones están bloqueando a los competidores más pequeños y más nuevos, destrozando la innovación. La concentración de poder significa que los precios de todo suben mientras la calidad de todo baja, desde los viajes aéreos hasta el servicio de internet.
La concentración masiva también significa que estas compañías mantienen gran influencia política. Las compañías gigantes pueden usar su poder económico para gastar sumas ilimitadas de dinero eligiendo y manipulando políticos que harán sus negocios. Este tipo de poder distorsiona nuestra economía y debilita nuestra democracia.
Antes, Washington priorizaba fuertes leyes antimonopolio que ayudaron a aumentar el poder del consumidor, a mantener las puertas abiertas para nuevos competidores, a apoyar a las pequeñas empresas a crecer y hacer que nuestra economía y nuestra democracia fueran más justas y fuertes. Es hora de hacerlo nuevamente y ponerle fin a las fusiones corporativas que reducen la competencia, y exigir que las agencias encargadas de ejecutar las leyes antimonopolio hagan su trabajo.
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