Educación superior accesible para todos

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Elizabeth está exigiendo algo verdaderamente transformador—educación pública superior gratuita y la cancelación de la deuda por préstamos estudiantiles para más de 42 millones de estadounidenses. Añade tu nombre si estás de acuerdo: Es hora de cancelar la deuda estudiantil y hacer que la educación superior gratuita sea una realidad.

Este plan fue publicado originalmente como parte de la campaña presidencial de la senadora Elizabeth Warren.

Publicado originalmente el 22 de abril de 2019: 

Cuando era niña, soñaba con ser maestra. Y sabía que, si quería enseñar, necesitaría ir a la universidad. 

Conseguí una beca universitaria, pero después mi vida cambió dramáticamente. El primer chico con que había salido me pidió matrimonio. Así que hice lo que cualquier chica sensible y madura de 19 años haría: le dije que sí, y dejé la universidad. 

Pensé que mi sueño de ser maestra había terminado. Pero un amigo me habló sobre la Universidad de Houston, una universidad pública con programas de 4 años, a 40 minutos de mi casa. Éramos una pareja joven, contando cada centavo. Asumí que no me alcanzaría el dinero para ir.

Pero resultó que la matrícula costaba solo $50 dólares por semestre. Esto era una educación pública de calidad—y podría pagarlo con lo que ganaba como mesera a tiempo parcial. Esta vez no deje pasar la oportunidad y decidí continuar con mis estudios universitarios. Conseguí mi diploma y logré alcanzar mi sueño: me contrataron como maestra de estudiantes con discapacidades. 

La educación superior me abrió un millón de puertas. Así fue como la hija de un conserje en una ciudad pequeña de Oklahoma pudo ser maestra, profesora de derecho, senadora de los Estados Unidos, y eventualmente, candidata para la presidencia de los Estados Unidos. 

Hoy en día es casi imposible que una persona joven encuentre este tipo de oportunidad. Como los estados han invertido menos en cada estudiante en las universidades comunitarias y las universidades públicas de cuatro años, las escuelas mismas han aumentado el costo de la matrícula para recuperar la diferencia. En vez de intervenir para hacer a los estados responsables, o hacerse cargo de la cuenta para mantener costos a un nivel razonable, el gobierno federal eligió una tercera opción: empujar a las familias—a quienes no les alcanza para pagar los costos exorbitantes de la educación superior—a pedir préstamos.

El resultado es una carga de deuda por préstamos estudiantiles que está perjudicando a millones de familias y actuando como una ancla en nuestra economía. Está haciendo que se reduzcan las tasas de propiedad inmobiliaria. Está resultando en que menos personas puedan empezar nuevos negocios. Está forzando a los estudiantes a dejar la universidad antes de llegar a conseguir su título. Esto es un problema que nos afecta a todos. Llegamos a esta crisis porque los gobiernos estatales y federales decidieron que en vez de tratar a la educación superior como nuestro sistema público de educación de primaria a secundaria—gratuito y accesible a todo estadounidense—prefieren disminuir los impuestos de los billonarios y las corporaciones gigantescas y descargar el costo de la educación superior hacia los estudiantes y sus familias. La crisis de deuda estudiantil es el resultado directo de este experimento fracasado.

Ya es hora de acabar con ese experimento, arreglar el lío que ha causado, y hacer algo mejor—mejor para las personas que quieren ir (o volver) a la universidad, mejor para los estudiantes actuales, mejor para los graduados, mejor para sus familias y mejor para toda la economía. 

El primer paso para enfrentar esta crisis es lidiar con la inmensa deuda que está agobiando a millones de familias con una carga que nunca debió ser necesaria en primer lugar. Por eso, estoy exigiendo algo verdaderamente transformador—la cancelación de hasta $50,000 de deuda por préstamos estudiantiles para 42 millones de estadounidenses. 

Mi proyecto amplía la cancelación de la deuda por préstamos estudiantiles va a:

  • Cancelar la deuda por préstamos estudiantiles para más del 95% de los casi 45 millones de estadounidenses con este tipo de deuda; 

  • Eliminar la deuda estudiantil completamente para más del 75% de los estadounidenses con este tipo de deuda; 

  • Incrementar de manera sustancial el poder adquisitivo de las familias afroamericanas y latinas, y reducir la brecha económica para las comunidades , afroamericanas y latinas comparado con los estadounidenses blancos 

  • Proveer un estímulo enorme a la clase media que ayudará al crecimiento económico, aumentará la compra de inmuebles, y alimentará una ola nueva de formación de negocios pequeños. 

Una vez que hayamos eliminado la deuda por préstamos estudiantiles que está deteniendo a una generación entera de estadounidenses, debemos asegurar que nunca volvamos a tener una crisis de este tipo. Lo podemos lograr reconociendo que una educación pública universitaria debería ser como la educación pública de primaria a secundaria—un derecho básico que debería ser accesible a todos con matrícula gratuita y cero deuda al graduarse. Mi proyecto  para la universidad gratuita universal va a: 

  • Dar a cada estadounidense la oportunidad de ir a una universidad pública de 2 o 4 años sin pagar ni un centavo de matrícula o cuotas; 

  • Asegurar que la universidad gratuita sea verdaderamente universal—no solamente en teoría, sino en la práctica—al hacer que la educación superior de todo tipo sea más inclusiva para cada estadounidense, especialmente los estudiantes de bajos ingresos, afroamericanos, y latinos, sin la necesidad de incurrir deudas para pagar los costos universitarios. 

Hay personas que dirán que no podemos pagar el costo de este proyecto. Eso es falso. El costo completo de mis proyectos para la  cancelación de la deuda estudiantil y la universidad gratuita universal se financiará a través de mi propuesta para el Impuesto a los Ultra-Millonarios—un impuesto anual de un 2% a las 75,000 familias con $50 millones o más de riqueza. Durante décadas, hemos dejado que los ricos paguen menos mientras agobian a millones de estadounidenses de clase trabajadora con  deudas por préstamos estudiantiles. Ya es hora de tomar decisiones distintas. 

Una solución real a la crisis de deuda estudiantil: La cancelación de deuda de forma amplia

La carga enorme de deuda por préstamos estudiantiles—que actúan como un peso en nuestra economía—no es el resultado de la pereza o la irresponsabilidad. Es el resultado de un gobierno que siempre ha puesto los intereses de los ricos y los bien conectados sobre el bienestar de las familias trabajadoras. 

Los políticos se quedaron de brazos cruzados  mientras estado tras estado retiró sus inversiones en la educación superior pública e incrementaban el costo de la matrícula. Se quedaron de brazos cruzados mientras las universidades con fines de lucro crecían, atrayendo estudiantes bajo promesas falsas y agobiándolos con deudas mientras sus ejecutivos e inversionistas  se hacían ricos con billones de dólares en impuestos pagados por el pueblo. Se quedaron de brazos cruzados mientras los empleadores exigían credenciales académicas más altas sin proveer algún tipo de alivio al costo de dar aquellas credenciales a los trabajadores. Y se quedaron de brazos cruzados mientras las corporaciones recibían ganancias gigantescas gracias a las habilidades que los graduados traían a sus lugares de empleo tras recibir una educación superior sin apenas proveer aumentos de sueldo—aumentos que los políticos falsamente prometieron que harían que la contracción de sus deudas por préstamos estudiantiles valiera la pena.

Llevo años advirtiendo sobre esta crisis. Es más, el primer proyecto de ley que presenté como senadora se enfoca en proveer alivio a los prestatarios estudiantiles. Luché para permitir que las personas pudieran refinanciar sus préstamos para así poder bajar sus pagos mensuales. Tuve éxito convenciendo al Departamento de Educación a cancelar préstamos fraudulentos para más de 80,000 estudiantes engañados por Corinthian Colleges. Y cuando me enteré de que miles de estadounidenses que habían dedicado sus carreras profesionales al servicio público podían haber sido denegados el alivio de deudas por préstamos estudiantiles que se les fue prometido, me aseguré que sus respectivos estados recibieran $700 millones nuevos en fondos para el alivio de la deuda por préstamos estudiantiles.

Sin embargo, a pesar de estos y otros esfuerzos, el problema de la deuda por préstamos estudiantiles, ha ido empeorando. Ya es hora de tomar acciones fuertes para arreglar esta crisis de una vez. Mi nuevo proyecto haría lo siguiente:  

  • Cancelaría $50,000 de deuda estudiantil por cada persona con ingresos familiares de menos de $100,000

  • Proveería una cancelación sustancial de deuda por préstamos estudiantiles para cada persona con un ingreso familiar de $100,000 a $250,000. La cancelación de $50,000 se disminuiría por $1 por cada $3 de ingreso mayor a $100,000, así, por ejemplo, una persona con un ingreso menor a $130,000 recibiría $40,000 de cancelación, mientras una persona con un ingreso familiar de $160,000 recibiría $30,000 de cancelación. 

  • No ofrecería la cancelación de esta deuda a personas con un ingreso familiar mayor a $250,000 (el 5% de la población estadounidense). 

  • Para la mayoría de los estadounidenses, la cancelación tomaría efecto automáticamente utilizando datos ya disponibles al gobierno federal de ingreso y deuda estudiantil a pagar. 

  • La deuda estudiantil privada también sería elegible para cancelación, y el gobierno federal coordinaría con los prestatarios y prestamistas de aquella deuda para proveer ese alivio. 

  • La deuda cancelada no formaría parte de los impuestos a los ingresos.

Un análisis económico hecho por expertos principales de la deuda por préstamos estudiantiles concluyó  que mi proyecto proveería algún tipo de alivio de la deuda a un 95% de las personas con este tipo de deuda (y la cancelación completa y total para más de 75%), proveería un alivio dirigido a las familias que más la necesitan, aumentaría sustancialmente el poder adquisitivo de la comunidad afroamericana y latina y ayudaría a cerrar la brecha económica racial. 

Los expertos también concluyeron que mi proyecto muy probablemente proveerá un estímulo a la economía a través de “un estímulo económico producido por los consumidores, mejor puntuación de crédito, un aumento en el mercado inmobiliario y, con ello, una estabilización de la vivienda, aumentos en los índices que miden la finalización de la carrera universitaria,  y mayor formación de empresas.”

Es tiempo de acabar con las medidas inadecuadas. Mi proyecto de amplia cancelación es una solución real a nuestra crisis de deudas por préstamos estudiantiles. Ayudará a millones de familias y eliminará el enorme peso que está deteniendo a nuestra economía. 

Ese sería el primer paso.  

Invertir en la educación superior para que los estadounidenses puedan graduarse sin deudas. 

El segundo paso es asegurar que esto no vuelva a suceder. Necesitamos cambiar profundamente el sistema que creó esta crisis en primer lugar. 

Nuestras escuelas públicas para estudiantes de K-12 son gratuitas para todos. Porque entendemos que una educación de nivel escolar es una necesidad básica para nuestra sociedad y economía—y por eso debería ser accesible a todos. 

Pero esperamos que todos menos los más adinerados asuman montañas de deuda si desean recibir una educación post-secundaria. Esto está cerrando oportunidades para generaciones de estadounidenses y haciendo crecer la brecha económica racial de este país. El costo de ir a la universidad disuade a personas de hacerlo. Y por eso muchos se ven forzados a dejar la universidad antes de terminar sus estudios. Sólo dos tercios de los alumnos terminan su título universitario de cuatro años dentro de 6 años, y sólo alrededor de un tercio de estudiantes completan un título de dos años en seis años. La presión económica de asistir a la universidad—la necesidad de trabajar muchas horas para cubrir los costos—es una razón principal por la cual muchas personas no terminan.

Ir a la universidad no debería ser sólo un privilegio para quienes pueden asumir los costos significativos asociados con la educación superior. Como la educación K-12, la universidad es una necesidad básica que debería estar disponible a quien desee ir. Por eso estoy proponiendo una nueva inversión federal histórica para la educación superior que eliminará el costo de la matrícula y cuotas de cada universidad pública de dos y cuatro años en los estados unidos. El gobierno federal colaborará con los estados para repartir los costos de matrícula y las cuotas y asegurar que los estados mantengan su nivel actual de financiación de ayuda económica a quienes más la necesiten e instrucción académica. 

Pero necesitamos ir más allá del sólo cubrir los costos de matrícula y cuotas. Los costos adicionales de asistir a la universidad, como libros, alojamiento y alimentación también siguen aumentando. De 1975 a 2015, el costo de vida creció casi 80% en las universidades públicas aún tomando en cuenta la inflación. Costos fuera de la matrícula ahora constituyen el 80% del costo de asistencia a universidades comunitarias y el 61% del costo de asistencia a universidades de 4 años.

Para lograr que estudiantes se gradúen sin deuda—especialmente los estudiantes de familias de clase trabajadora—debemos expandir la cantidad de fondos disponibles para cubrir costos fuera de la matrícula. En adición a los fondos federales actuales para la educación superior, que pueden ser reorientados para cubrir costos fuera de la matrícula, deberíamos invertir $100 mil millones durante los próximos 10 años en las becas Pell—y expandir la cantidad de personas que son elegibles a recibirlas —para asegurar que los estudiantes de clase media y baja puedan tener una mejor oportunidad de graduarse sin deudas por préstamos estudiantiles. Investigaciones en el tema demuestran que más fondos para los costos fuera de la matrícula ayudan a aumentar las tasas de graduación, lo que debería ser nuestra meta.  

Abordando las inequidades en nuestro sistema de educación superior 

No es suficiente asegurarse que todo estadounidense pueda recibirse de una universidad pública sin asumir deudas. También necesitamos empezar a arreglar nuestro sistema de educación superior para que sirva mejor a las familias de clase baja y comunidades de color. 

Por décadas, la comunidad afroamericana fue excluida de la educación superior a causa de políticas discriminatorias. Aún cuando el movimiento de derechos civiles estaba deshaciendo las políticas de admisión que eran racialmente discriminatorias, la estratificación de nuestro sistema mantuvo a estudiantes de color dentro de instituciones con menos fondos e inversiones, y los dejó vulnerables a agentes predatorios. Estudiantes afroamericanos y latinos son menos representados en universidades públicas, y sobrerrepresentados en universidades comunitarias y universidades con fines de lucro. 

Casi la mitad de los estudiantes en universidades con fines de lucro son estudiantes de color. El 95% de estudiantes afroamericanos que asistieron a una universidad con fines de lucro pidieron préstamos estudiantiles, y un alarmante 75% de estudiantes afroamericanos que no completaron su programa en una universidad con fines de lucro dejaron de pagar sus deudas. Muchas universidades con fines de lucro han desarrollado un modelo empresarial diseñado para recibir la mayor cantidad de dinero de los impuestos de los contribuyentes estadounidenses mientras entregan una educación de mala calidad a estudiantes principalmente de color. 

En todas las universidades, los estudiantes afroamericanos promediaron casi 20 puntos porcentuales más de probabilidad de necesitar préstamos federales. Y a causa de factores como el tamaño de esos préstamos y la discriminación en oportunidades de empleo, los estudiantes afroamericanos que recibieron su título académico terminan debiendo más que el saldo original de su préstamo estudiantil después de 12 años. Debemos hacer mucho más para corregir estas históricas injusticias y para asegurar que todas las oportunidades que tengamos estén disponibles a todos. Mi proyecto hará lo siguiente:

  • Creará un fondo para Universidades Históricamente Afroamericanas (HBCUs por sus siglas en inglés) e Instituciones Dirigidas a Minorías (MSIs por sus siglas en inglés). El fondo tendrá un mínimo de $50 mil millones, pero la Secretaría de Educación tendrá la autoridad de aumentar el monto de dinero en el fondo cuando lo considere necesario para asegurar que la inversión por-alumno en esas universidades sea comparable a otras de su área. HBCUs y MSIs privadas también se podrán beneficiar del programa federal de matrícula gratuita que estará disponible a universidades públicas.

  • Hará disponible fondos federales adicionales a estados que demuestren mejoras sustanciales con respecto a los índices de inscripción y graduación de estudiantes de clase baja y estudiantes de color. 

  • Después de un período adecuado de transición, prohibirá que las universidades con fines de lucro reciban dinero federal (incluso beneficios militares y préstamos federales estudiantiles), para que no puedan seguir enriqueciéndose con dólares de contribuyentes mientras engañan a los estudiantes de clase trabajadora, miembros de las fuerzas armadas, y estudiantes de color, dejándolos cargados con deuda.

  • Exigirá a las universidades públicas a realizar una auditoría anual que identifique aquellos problemas que crean deficiencias en los índices de inscripción y graduación de estudiantes de la clase trabajadora y de color, y que propongan pasos a seguir para mejorar esos índices.  

  • Prohibirá que las universidades públicas consideren el estatus de ciudadanía y antecedentes penales en sus decisiones de admisión.

Una inversión en nuestro futuro 

Los expertos estiman que mi proyecto de cancelación creará un costo único de $640 mil millones al gobierno. El proyecto de universidad gratuita universal tendrá un costo completo por el programa educativo de cerca de $1.25 trillones por más de 10 años.

Es probable que los costos de estas nuevas ideas sean menores que lo proyectado. Los expertos dicen que mi proyecto de cancelación de deudas por préstamos estudiantiles creará un estímulo económico, y estudio tras estudio demuestra que inversiones en la educación superior traerán grandes beneficios económicos por cada dólar invertido. Pero dejando a un  lado los eventuales retornos que estas inversiones traerán, podemos cubrir completamente el costo de estas ideas con los ingresos de mi Impuesto a los Ultra-Millonarios sobre las 75,000 familias más ricas en nuestro país—quienes cuentan con fortunas de $50 millones o más. 

Podemos afrontar la crisis de la deuda por préstamos estudiantiles y cancelar esta deuda para las familias que más están batallando. Podemos proveer una educación universitaria realmente gratuita. Podemos arreglar algunos de los problemas estructurales que impiden que nuestro sistema de educación superior atienda de manera equitativa a los estudiantes de la clase trabajadora baja y los estudiantes de color. Podemos hacer grandes cambios estructurales y crear nuevas oportunidades para todos los estadounidenses.